Durante todo el siglo XIX se creyó que existía un planeta más allá de Mercurio, más cercano al Sol. Debido a su cercanía era casi imposible su observación y solo podía intentarse su avistamiento durante los eclipses solares. Pero el hipotético Vulcano nunca fue descubierto. La creencia de que existía un planeta cercano al Sol vino por las anomalías observadas en la órbita de Mercurio, pero a principios del siglo XX llegó Einstein y dio carpetazo al asunto. Con su teoría sobre la relatividad pudo explicar que no era ningún planeta el que perturbaba la órbita de Mercurio, sino el propio Sol. Así que, si a estas alturas no se ha descubierto ya un planeta más cercano al Sol que Mercurio, es poco probable que exista, y Mercurio es el planeta número 1.
Mercurio es, pues, el más cercano al sol y desde que Plutón ya no se considera un planeta, sino un enano, es también el planeta más pequeño del sistema solar. A continuación, los datos:
Descubrimiento: Se conoce desde la antigüedad
Diámetro: 4.879,4 km.
Circunferencia: 15.329 km.
Masa: 0,055 Tierras
Inclinación eje de rotación: 0,01° (la Tierra 23,5°)
Densidad: 5,43 g/cm³ (La Tierra 5,51 g/cm³)
Composición: Elementos metálicos 70%, Silicatos 30%
Temperatura en su superficie: 350°C día/170ºC noche
Distancia del Sol: 57,91 millones de km.
Duración orbital (año): 88 días terrestres.
Periodo de rotación (duración del día): 58,7 días terrestres
Satélites: no
Mercurio es un planeta rocoso y como podemos ver en los datos adjuntos es bastante más pequeño que la tierra, solo un poco más grande que la Luna, cuya superfucie se parece muchísimo, con abundantes cráteres. Su composición es mayormente metálica, por lo que es casi tan denso como la Tierra.

3D render the planet Mercury on a black background, high resolution
El doble amanecer de Mercurio
Este planeta posee unas peculiaridades que sorprendentes. Tiene la órbita más excéntrica de los planetas rocosos, una inclinación de su eje de rotación casi inexistente con solo 0,01° en comparación con la Tierra donde es de 23,5°, un núcleo que probablemente ocupe la mayor parte de su interior, unos cinturones que lo protegen de la radiación solar, campos magnéticos, y en definitiva, características que están presentes solo en planetas de mayor tamaño. Pero lo más asombroso de todo es un fenómeno, que si pudiera observarse desde el propio planeta, sorprendería por parecer simplemente imposible, un doble amanecer que dura varios días (terrestres). Si estuviéramos contemplándolo plácidamente sentados mientras miramos al horizonte, veríamos aparecer el sol, un sol mucho más grande que el que podemos observar desde la Tierra, y después de alzarse poco más de la altura de una montaña, volver a bajar hasta desaparecer por casi el mismo lugar por donde apareció. Al cabo de varios días volverá a amanecer de nuevo. ¿Cómo es esto posible? ¿Acaso el planeta se para y gira en sentido inverso? Pues no. La explicación se encuentra en su órbita tan excéntrica. Unos días antes de llegar a su perihelio (zona más cercana al Sol), la velocidad de rotación iguala a la velocidad angular orbital, lo cual provoca que desde Mercurio de la sensación de que el Sol retrocede. Una vez llegado al perihelio la velocidad orbital excede a la de rotación y el Sol vuelve a salir. Al cabo de unos días, después de superar el perihelio, el Sol vuelve a sus salidas y puestas normales de casi 59 días terrestres.