Descubrimiento: Giuseppe Piazzi 1 de enero 1801
Diámetro: 952,4 km
Circunferencia: 2.992 km.
Densidad: 2,08 g/cm³ (La Tierra 5,51 g/cm³)
Composición: hielo, carbonatos, arcilla.
Temperatura en su superficie: Máxima -38 °C
Distancia del Sol: entre 371 y 446 millones de Km.
Duración orbital (año): 4 años y 222 días terrestres.
Periodo de rotación (duración del día): 9,07 horas.
Satélites: No

El planeta desconocido

Todos sabíamos en la escuela que Plutón era el último planeta del sistema solar. Sin embargo, que levante la mano el que haya oído hablar nunca de Ceres durante una clase. Ambos comparten la categoría de planetas enanos, una categoría nueva, no exenta de polémica, que se sacaron de la manga los astrónomos allá por el año 2006. Esta medida resultó en una degradación para Plutón, que ya no se considera planeta, mientras que Ceres ganó el ascenso y se convirtió de la noche a la mañana en planeta enano. Ceres era conocido como el asteroide más grande de cuantos se encuentran en el cinturón entre Marte y Júpiter, aunque no siempre fue así. Veamos.

La culpa de todo la tuvo el avance en el conocimiento astronómico y los descubrimientos de nuevos cuerpos celestes. Ceres se descubrió en 1801 mientras se buscaba el planeta que parecía faltar en el hueco que hay entre Marte y Júpiter. Porque, si nos fijamos en la escala de las distancias entre todos los planetas del sistema solar, entre Marte y Júpiter existe demasiada distancia, como si faltara el “quinto planeta”. Pero en su lugar hay un vasto cinturón de rocas de todos los tamaños y formas. Como si un planeta hubiera estallado o, por el contrario, como si un planeta no hubiera acabado de formarse. Ceres es el embrión del quinto planeta. Pero, ¿y si ese planeta ya hubiera existido? Una colisión con otro cuerpo celeste lo hubiera hecho pedazos, los pedazos que ahora orbitan en el cinturón de asteroides. Si Ceres fue el trozo más grande que quedó del antiguo planeta, atrajo hacia sí los trozos más cercanos, en un intento de recomponerse. Y casi lo consigue.

Pero para el año 1801 todavía no se había descubierto ningún objeto en el hoy conocido como cinturón de asteroides. Ceres fue el primero en encontrarse y la comunidad científica creyó haber encontrado el planeta perdido. Todavía no se había descubierto Neptuno, así que Ceres fue considerado el quinto planeta después de Marte, con lo cual ya eran ocho. Con el descubrimiento de Neptuno en 1847 serían nueve. Sí, en ese año Ceres formaba parte de los nueve planetas del sistema solar. Pero el descubrimiento de más y más cuerpos en el cinturón de asteroides hizo que se llegara a la conclusión de que solo se trataba del embrión de lo que pudo ser un planeta y se tomó la decisión de quitarle su categoría para dejarlo en simple planeta menor o planetoide, que era como se denominaba entonces a los asteroides. El sistema solar se quedaba con ocho planetas. Su pertenecía a la categoría superior le había durado solo cincuenta años. Fue un duro golpe para un astro que, según las observaciones recientes, está resultando más interesante de lo que se pensaba.

A principios del siglo XX se descubre Plutón y vuelve a haber nueve planetas. Pero a partir de 2001 los objetos descubiertos más allá de Plutón pone a la comunidad de astrónomos en la tesitura de ir reconociendo o no más planetas, ya que ninguno de ellos son de un tamaño que merezca ese nombre. La resolución, aunque polémica, parece lógica: crear una nueva categoría para clasificar correctamente los objetos que no superen cierto tamaño. El duro golpe se lo llevó ahora Plutón, que era degradado a planeta enano, a la vez que se reparaba en parte la injusticia cometida con Ceres, que, si no recobraba su categoría de planeta, se le equiparaba a Plutón.

El hueco entre Marte y el gigante gaseoso Júpiter

Representación artística del cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter. ESA

Los niños que estudiaron a partir del 2006 no tendrán ningún problema en asimilar que el sistema solar se compone de ocho planetas, cientos de satélites y varios planetas enanos, pero para los que crecimos aprendiéndonos de memoria que eran Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, no será tarea fácil quitarnos de la cabeza que eran nueve y que Plutón sigue ahí, presente en la lista. Por otra parte, Ceres para nosotros es un gran desconocido, aunque conociendo su historia, no podemos dejar de alegrarnos que se haya hecho justicia. Aunque bien pensado, Ceres era y es el astro rey en sus dominios, y nunca estuvo necesitado de reconocimientos por parte humana, pues existía mucho antes que toda vida terrestre, y siempre fue capitán general del ejército más grande del sistema solar, en el reino de los asteroides.

Johann Daniel Titius se dio cuenta de que la distancia entre Marte y Júpiter no guardaba relación con las distancias entre los demás planetas. Es como si hubiera un hueco vacío, donde faltaba otro planeta. Así que en en 1772 aportó una explicación sobre el tema, que con el tiempo se conocería como ley de Titius-Bode. Johannes Kepler volvió a ocuparse del tema y formuló la hipótesis de que tal vez no era uno, sino dos, los planetas que faltaban. Finalmente terminaron descubriendo un pequeño planeta, al que se fueron uniendo otros muchos cuerpos celestes, demostrando que, efectivamente, en ese hueco debió haber un planeta que terminó destruyéndose, o bien nunca llegó a formarse.

¿Pero, qué tamaño debería tener ese planeta? Se dice que en Ceres se acumula un tercio de todo el material del cinturón de asteroides. Si eso es así, todo el material reunido no llegaría a tener el tamaño de la Luna. Pero lo cierto es que algunos astrónomos pensaban que allí debía comenzar el reino de los planetas gigantes y faltaba un planeta del estilo de Júpiter o Saturno. Teniendo en cuenta que estos planetas son gaseosos y nadie está seguro de si poseen un núcleo sólido, bien pudiera ser que, si una vez existió este hipotético planeta fuera, como sospechaban, de gran tamaño, y al destruirse solo quedaron los restos sólidos, desapareciendo la parte gaseosa. Pero esto es solo una teoría personal del que esto escribe, sin ninguna base científica.

Isaac Newton no hubiera estado de acuerdo, pues ni siquiera lo estaba con Kepler, ya que afirmaba que los planetas gigantes habían sido puestos por el creador en el exterior del sistema solar para no perturbar las órbitas de los planetas interiores. Puede que no le faltara razón y si una vez existió ese gran planeta, quizás fueron esas perturbaciones las que lo hicieron desaparecer, antes que seguir molestando las órbitas de los planetas más pequeños. El sistema solar guarda un equilibrio, las resonancias entre planetas lo mantienen estable, unas resonancias que todavía son un misterio para la ciencia; cualquier interferencia o desequilibrio gravitatorio puede ser fatal, y un objeto que esté fuera de lugar puede pagarlo muy caro. Quizá este fue el caso del quinto planeta entre Marte y Júpiter.

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