En 1977 se llevó a cabo una misión espacial sin precedentes que perdura hasta la actualidad, y quién sabe hasta cuándo. La Voyager 1 y 2 fueron lanzadas con el objetivo de explorar los planetas exteriores Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, y seguir más allá, hasta los confines del sistema solar, y continuar su viaje hasta salir de él. A día de hoy, las sondas siguen enviando datos.

Imagen NASA

Para conseguir recorrer los gigantes gaseosos en el menor tiempo posible, dada su enorme distancia, se llevó a cabo un método conocido como asistencia gravitatoria y que en su día se divulgó con el nombre de partida de billar cósmica. Se trata de acelerar la sonda cada vez que pasa por un planeta, aprovechando que será atrapada por la atracción gravitatoria y que luego será despedida del planeta a mayor velocidad.

El destino final de las Voyager es seguir su camino hasta las estrellas, y si algún día son interceptadas, que alguien reciba el mensaje que contienen. Ambas llevan dentro unos discos de oro con sonidos e imágenes de la Tierra. También hay grabado en ellos los datos necesarios que indican la situación de la Tierra y el sistema solar en la galaxia.

No se sabe si algún día se cumplirá este objetivo, pero a partir de 1979 ya cumplió con su cometido de acercarse a Júpiter y enviar a la Tierra las fotografías más impresionantes de este planeta hasta la fecha. En 1981 hizo lo propio con Saturno. En 1986 llegó a Urano, luego continuó su viaje y en 1989 llegó a Neptuno. A partir de ahí siguió viajando hasta hasta salir de nuestro sistema e internarse en zona interestelar. Las Voyager 1 y 2 estaban en 2020 a una distancia de la Tierra de 22.775.762.700 km. y se espera que sigan transmitiendo datos hasta 2025

Imagen NASA
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